Han pasado treinta años desde que el matrimonio formado por María José López-Peidro y Julián López decidió apostar por un sueño. La vinculación con el terreno por parte de Julián López, y la estrecha relación con su abuelo, al que conocían cariñosamente como Chozas, serían los ingredientes perfectos para el origen de la Bodega Chozas Carrascal.

Tuvo que pasar más de una década para que aquella parcela volviera a recuperar las viñas que tuvo antaño dando su primera vinificación en 2003. Tres años más tarde llegaría la primera elaboración de cava, y en 2010 la certificación como vino ecológico.

La finca crecía alrededor de la antigua casona del siglo XIX y su nueva bodega, que iría aumentando añada a añada. En 2012 obtenían la categoría de Vino de Pago, y al año siguiente, nueva ampliación de la bodega e inauguración de un Museo de etiquetas.

Treinta años después, las 24 hectáreas se transformaron en 100, situadas entre los 750 y los 840 metros de altitud, ofrecen una vista desde su mirador donde se puede apreciar en su gama cromática, las once variedades de uva dispuestas en luminoso tapiz, de donde nacen los denominados como Vinos Mediterráneos de altitud.

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