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Helados Soler, el sabor artesano de calidad
Helados Soler, el sabor artesano de calidad
Texto: Manuel Andrés Zarapico - Fotos: Julio Fontán
Entrar en el mundo de Marcos Soler es hacerlo en un lugar donde las papilas gustativas no pueden dejar de salivar. Y es que el arco iris dulce de las creaciones que salen de su obrador llevan el concepto del helado artesanal a otro nivel.
En Helados Soler se madruga a diario para comenzar la producción de aquello que será objeto de deseo en las vitrinas a lo largo del día. El equipo de profesionales se pone manos a la obra y comienza a elaborar helado con una precisión casi quirúrgica. Nada se escapa y todo cuenta a la hora de componer lo que Marcos Soler, gerente de la empresa, nos define como «una sinfonía en la que cada uno sabe lo que tiene que hacer y cómo lo tiene que hacer». Los matices tonales de esa sinfonía son, sin duda, los helados de una firma que crea estilo y tendencia a cada paso. Del pasteurizador a la máquina continua, donde no deja de salir la mezcla, mientras las manos inquietas completan con ingredientes naturales el que será el producto final. El personal ejecuta una sinfonía deliciosa que, en un día, puede llegar a sumar hasta 400 litros de helado, según la demanda que haya.
El proceso sigue los pasos de mezclado, pasteurizado y madurado, que son 24 horas. «Una vez que el helado está hecho tiene que mantenerse a 4 grados y es cuando recoge todos los aromas» Cuando está decorado, al final del proceso, se congelará a menos 25 grados.
La familia Soler lleva desde 1975 establecida en Burjassot como heladeros artesanales. «Aquí empezaron mis padres. Nosotros somos tercera generación. Mis abuelos empezaron en Vic y Olot, tenían un kiosco, hacían los polos, la horchata y el helado. Mi padre empezó aquí en el año 75», explica Soler, quien además de responsable de la marca es vicepresidente en Asociación Nacional de Heladeros Artesanos.
«Somos de Jijona, familia turronera, y también hacemos turrón en invierno. Pero prácticamente he estado en Burjassot desde que tenía tres años. En aquellos tiempos, como antiguamente se hacía, pasábamos los veranos trabajando en la heladería y en invierno estábamos en el pueblo».
Marcos nos cuenta que elaboran diariamente, en varios formatos, dos o tres tipos de helado. «Cuando acabamos el helado del día, limpiamos y volvemos a cargar para el día siguiente. Servimos a diferentes heladerías en Valencia y a nivel nacional». Soler distribuye a una veintena de heladerías, seis de su cadena, dos de ellas franquiciadas: en Burjassot, en Carretera de Liria, Plaza de Gómez Ferrer y en el Paseo Concepción Arenal; en Valencia, en la calle Sevilla, en el Pasaje del Dr. Serra y en la playa de la Patacona. Y los encontramos por toda España, llegando a Castelldefels, Bétera, Almassera, Ibiza, Barcelona, Ourense o Córdoba, por citar algunos destinos.
Seguimos hablando mientras sigue tomando forma un helado de cheesecake con pistacho y galletas Lotus. Una vez concluido el proceso, comenzará el siguiente, protagonizado por un helado de crema catalana, con su preceptivo quemado de caramelo.
Marcos confiesa que la inspiración para nuevas creaciones nunca sabes por dónde llegará, a veces soñando, a veces reflexionando. «De repente piensas, “¿y si a un helado de nata le pusiéramos un bizcocho, al cual le hemos hecho una mermelada de fresa, y encima ponemos una salsa de chocolate”. Pues de ese pensamiento salió el Phoskito Red. Como es realmente un bizcocho bañado en nata, lo hice rojo. Entonces generamos un bizcocho velvet, una mermelada de fresa que hacemos nosotros y lo hemos mezclado todo por capas en un helado de nata decorado con mini phoskitos».
Si hablamos de sabores, hemos de referenciar los 60 diferentes que muestra Soler, algunos desde los inicios, como el clásico de turrón, «pero sí que es cierto que nosotros, con los años hemos ido modificando cosas». Helados como el de tarta Sacher o el de tarta Opera, muy célebre en Francia, son productos que llevan mucha elaboración, de un día o dos. Todo un evento tanto tomarlo como hacerlo.
«Lo bonito que tiene es que puedes crear cada día algo nuevo, y si encima tienes un obrador y una heladería fuera, puedes llevar tu creación a tu vitrina y ver la cara que pone la gente cuando prueban lo que acabas de hacer. Eso pienso que es muy bonito. Es lo que más me gusta de mi trabajo».
Marcos Soler es un enamorado del helado y de su profesión. Oírlo hablar y explicar las cosas lo certifica. «El mundo del helado es mi vida. No tengo ningún pensamiento que no tenga que ver con algo del helado. Desde bien pequeñito estuve aquí, me encantaba, me especialicé universitariamente en ello y llevo cerca de 40 años dedicado al helado. Tengo la suerte de trabajar en algo que de verdad me gusta».
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