El Celler Restaurante Gastrobar. Una apuesta consolidada

Texto: M. A. Zarapico/Fotos: Julio Fontán

 

El Celler iniciaba su trayectoria en el passeig de la Primavera de Picanya, y de inmediato se convertía en un lugar de referencia para aquellas personas que buscan la combinación de sitio con encanto y calidad en la mesa. Porque El Celler ofrece una sala confortable, elegantemente dispuesta y con esa sensación de tranquilidad tan apetecible cuando estás disfrutando de una gastronomía de calidad. Ese es el secreto: el abanico gastronómico desarrollado en el restaurante abarca sabores, texturas y productos que seducen a los comensales. Sería como un amor al primer bocado.

 

La marca de garantía culinaria que aporta Peanflo, la seña de identidad de Florentino Aracil Muñoz, aporta la solidez a un proyecto que ha logrado el favor de la clientela desde el primer momento; una clientela que ha apostado sin dudas por el menú ejecutivo de mediodía como el baluarte de El Celler.

 

Con el objetivo de armar un menú equilibrado que se pueda disfrutar, que aporte ideas, que sea rico en matices y que, al tiempo, ofrezca el sabor propio de una cocina mediterránea de producto y gran calidad con un precio asequible. Esa podría ser la motivación del menú ejecutivo del que hablamos. Tres entrantes, un arroz o fideuà y un postre son el esquema que seguir, siempre cambiante y lleno de posibilidades.

 

Las posibilidades van desfilando ante nosotros. Podríamos abrir boca con un pan bao de secreto, o unas croquetas de rabo de toro. Quizá con una berenjena a la llama con salsa de yema y trufa y torrezno o, cuando la temporada lo permite, alcachofas confitadas. O rebollones y setas de temporada, o la flor de calabacín, que rellena de quesos o de buñuelo de bacalao, se reboza en tempura generando todo un hallazgo. Y los vegetales, fundamentales en la filosofía del Celler, como pimientos, berenjenas o cebollas en encurtido, fritas, asadas.

 

La creatividad en los arroces llega de la mano del chef Tino Aracil Tordera, ofreciendo suculentas cartas de presentación, como arroces de pato y setas, de calamar y blanquet, el arroz de tuétano, con secreto, blanquet, ajos tiernos, tirabeques, setas y la alcachofa, y arroces de pescado, con gambones, cigalas, nécoras, ajos tiernos y tirabeques como compañeros de baile. Eso sí, la paella valenciana, así como cualquier arroz vegano, hay que encargarlos por adelantado.

 

Otro de los alicientes de El Celler, además de su generosa y surtida carta de vinos y espirituosos, son los almuerzos. Pura Raga Tordera, jefa de sala, explica que el almuerzo popular es todo un éxito, ofreciendo una extensa gama de bocadillos que van de la brascada al serranito, pasando por el almussafes, los de tortilla del día, el ‘must have’ de carne de caballo con ajetes y patatas y uno muy emblemático, el Anagrama, de lomo, paté, queso y cebolla; un bocadillo creado por Tino hace más de 20 años que se ha recuperado para la ocasión. Incluso es famoso el caldero de rebollones y huevos, que hay que pedir por encargo tanto para almorzar como para comer.

 

El Celler, resumiendo, es la plasmación de una oferta gastronómica variada, edificantes y que deja poso en el comensal.



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