Cheperudetes de carabassa

 

Que la repostería valenciana es todo un lujo digno de los mejores paladares, es algo indiscutible, como incontestable es el trabajo de los panaderos y pasteleros que a lo largo de nuestra Comunidad nos deleitan cada día con su trabajo.

Como hemos dicho en más de una ocasión, no hay fiesta o efeméride a la que nuestros profesionales no le saquen su lado más dulce: panquemaos, monas, cocas de pasas y nueces, buñuelos, tortas, bizcochos, mazapanes, arnadí, coques de Sant Joan, Mocadorà de Sant Donís, huesos y buñuelos de Todos los Santos ¿seguimos?

Podemos hacerlo porque un día como el segundo domingo de mayo, dedicado a la Mare de Deu dels Desamparats, patrona de la Comunidad Valenciana, así como de la ciudades de Valencia, Gandía, Adzaneta de Albaida, Campello, Moraira, El Fontanar, Buendía, o Ibi, también tiene su dulce.

La idea nacería hace más de trece años, de manos de un ilustre del oficio, José Víctor Montés Morant, cuarta generación familiar de una estirpe de Maestros Pasteleros que se remonta a 1875 gracias a su tío abuelo Custodio Penalva Espi, quien tenía su confitería en la calle Conde Parchel de Valencia. A Custodio le precedería en 1925 su sobrino, Vicente Montés Soler, quien junto a su esposa Purificación Plá, establecería el histórico obrador de la calle En Sendra. Sus hijos, Vicente, Pepe y Ángel Montés, asumirían las riendas del negocio familiar en 1987, asentando la marca “Dulces Montés”.

En el año 2000 un nuevo relevo familiar, que afrontarían tres de los descendientes, primos entre sí, Paco, José y Guillermo Montés.  Una situación complicada de la que nacería ‘Dulmont Productos de Obrador’ abriendo el negocio familiar y resguardando la marca genuina.

Fruto de esa necesaria expansión, llegaría el día que frente a un cortadito matutino en el ruzafeño bar Los Pitufos, José Montés prueba sus dotes culinarias con una calabaza asada y almendras, preparando un bizcocho que se llevaría a casa para ver su evolución. Días después, y sentados a una mesa los tres primos Paco, Guillermo y ‘Josele’ junto ello el Jefe de Ventas, Jordi Pérez, uno más de la familia y apodado ‘El Choto’ contrariamente a lo pensado, por su afición levantinista, tomaban una decisión. No hubo dudas, decidendo echar adelante con la propuesta. Un bizcocho propio, con calabaza, almendra, mantequilla y azúcar glas, pero había que redondear la propuesta.

Un dulce especial, artesano y de la tierra, tenía que tener un nombre acorde a su valía, de ahí surgiría el homenaje a la patrona, así nacían les Cheperudetes de carabassa

La maquinaria se pondría en marcha, y el contable de la casa, Nacho Claver el primo ‘Nachete’ sería el encargado en 2008 de registrar el dulce manjar. No con fines económicos, si no como salvaguarda de un bizcocho con arraigo cultural y sentimental.  

La situación vivida en el último año ha debilitado todos los sectores, algo del que no ha estado exento el Gremio de panaderos y pasteleros de Valencia, por este motivo, Juanjo Rausell su presidente, se ponía tiempo atrás en contacto con José Montés, proponiéndole la idea de ayudar al sector con la divulgación de productos propios, habiendo pensado en ‘les Cheperudetes de carabassa’.

La respuesta sería inmediata: ‘les Cheperudetes’ se registraron para salvaguardar nuestra cultura, por tanto, a cualquier agremiado le otorgaban plena libertad para realizar en su obrador este dulce manjar. Colaborando así a difundir el buen hacer de nuestros horneros y pasteleros, a fomentar el trabajo artesanal, los productos de la tierra con la dedicación y el tratamiento que nuestros profesionales atesoran, trasladando a sus clientes esta dulce tentación, que a buen seguro no podrá nunca considerarse pecado.

Ya lo saben, la ‘Mare de Deu dels Inocents, Folls i Orats’ también tiene su dulce, acudan a su horno y recuerden “Cheperudetes de carabassa”



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