La ‘biscuità’ de Sant Vicent

Los pasteleros y horneros, hombres y mujeres de nuestras localidades, son sin duda alguna portadores y valedores de una cultura ancestral que se transmite de padres a hijos, y que desgraciadamente queda en ocasiones ignorada.

Algunas de sus elaboraciones son fiel reflejo de nuestra historia e identidad gastronómica, y que a pesar de ser desconocidas por el gran público, perduran en el tiempo gracias al buen hacer de los antiguamente denominados ‘Mestres Forners’.

Un día como hoy, festividad de San Vicente Ferrer, ‘Santo Patrón de la ciudad y Reino de Valencia’ tiene como todas las festividades que se precie, su gastronomía propia, destacando la dulce torta, tarta o bizcocho, que lleva el nombre del ilustre dominico valenciano, "Sant Vicent, el del ditet".

Debido a la situación actual no se ha podido realizar, como se hace anualmente, el reparto de tartas por parte de los integrantes de La Fiesta de los Niños de la Calle de San Vicente, a pesar de ello, sí hemos podido disfrutar de este dulce por ejemplo en el Horno La Estrella de Valencia.

Un alegato cultural donde a su vez se rinde un emotivo homenaje en su escaparate a Vicente Cerezo Pascual, Presidente del Altar de Russafa, fallecido hace poco más de un año.

La torta o tarta, de almendra marcona a preferir, emborrachada en una confitura de naranja, recuerda a aquel bizcocho en donde los sacerdotes se secaban los dedos tras celebrar un bautizo de postín, y que según la relevancia de la familia, se completaba con frutas confitadas como una “pereta en dolç” o naranja. Podemos saber de esta tradición en ‘Los Bultos de San Esteban’, que representan el bautizo del insigne predicador valenciano, celebrado en la parroquia de San Esteban en 1350.

Los citados ‘Bultos’ fueron encargados en 1596 por el notario valenciano José Benito de Medina, con el fin de inmortalizar el histórico bautizo de Vicente Ferrer Miquel. Desde entonces se encuentran en el Ilustre Colegio Notarial de Valencia. Allí y entre las 19 piezas que sobreviven actualmente, podemos ver las figuras de En Guillém Ferrer y Constanza Miquel, progenitores del posterior santo, donde su padre, ilustre notario de la época, lleva en sus manos la citada ‘biscutà’ el bizcocho o torta con el que honraban las costumbres las familias acomodadas. Unos Bultos que también podemos ver en la denominada Cabalgata del bautizo, y que cada año rememora los hechos y personajes que estuvieron presentes aquel 23 de enero de 1350.

Un dulce que perdura hasta nuestros días, gracias al esfuerzo de nuestros pasteleros y pasteleras, en evidente ejemplo de transmisión cultural gracias a la gastronomía.



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